¿Por qué Vacunarse?
VENTAJAS DE LA VACUNACIÓN
La vacunación es la estrategia de prevención de enfermedades infecciosas históricamente más extendida en el mundo. Consiste en la administración de productos denominados vacunas, que si bien no evitan que contraigamos la infección con un agente patogénico (es decir, aquél capaz de causar una enfermedad), lo que evitan es que se desarrolle la enfermedad. Las vacunas promueven que nuestro propio organismo, al entrar en contacto con el agente infeccioso, active una serie de respuestas de defensa que le permite reaccionar más rápido y con mayor eficiencia que si no estuviéramos vacunados y, en lo posible, evitar la enfermedad o sus complicaciones más severas. Las mejores vacunas disponibles en la actualidad llegan a ser efectivas en un 98% o 99% de los casos, por lo que es prácticamente imposible contraer la enfermedad si se está vacunado. Algunas otras vacunas, como las que protegen de la gripe, proporcionan una protección significativamente menor debido a la gran variabilidad del virus de influenza que la causa. En este sentido, las vacunas difieren en su nivel de efectividad por diversos factores. Sin embargo, los avances científicos y tecnológicos nos dan la oportunidad de conseguir herramientas de vacunación cada vez más innovadoras y eficientes. Los componentes de las vacunas tienen naturaleza muy variada. Algunas vacunas contienen partes del microorganismo contra el que se desea montar la protección; otras, incorporan al microorganismo completo vivo; algunas más se logran con el microorganismo muerto o con sus atributos de patogenicidad atenuados. Además, la biotecnología, con sus avances en biología molecular y herramientas de ingeniería genética, ha permitido construir plataformas para sintetizar genes o proteínas de los agentes patógenos, capaces de inducir respuestas inmunológicas protectoras en los humanos. Estas plataformas, además, incluyen mecanismos de “entrega” específicos para detonar la respuesta inmunológica más favorable frente a determinada bacteria, virus o protozoario. A lo largo de la historia de las vacunas, han sido contadas las excepciones en las que una vacuna provoca la enfermedad de la que protege. En este sentido, se reconoce que las vacunas siguen un riguroso seguimiento y supervisión durante su desarrollo, por lo que en lo general se les considera seguras para su administración en humanos. Si no nos vacunamos, corremos el riesgo de contraer enfermedades graves como el sarampión, la meningitis, la neumonía, el tétanos y la poliomielitis, muchas de las cuales pueden ser discapacitantes y mortales. En un momento en que los programas de vacunación de todo el mundo enfrentan escenarios alarmantes, con notables descensos en las coberturas de vacunación, crecimiento de los movimientos anti-vacunas, especulación entre la población para vacunarse y los consecuentes riesgos de emergencia y reemergencia de enfermedades (incluso de aquellas erradicadas), se hace necesario unir fuerzas entre distintos sectores para generar un impacto positivo en los profesionales de la salud y la población en general. La salud pública es una responsabilidad de todos los sectores, por lo que se debe trabajar de forma articulada por el bienestar de la sociedad como objetivo primordial.